miércoles, 27 de noviembre de 2013

Breaking Bad.

Hace unas pocas semanas comencé a ver la polémica y novedosa serie de Breaking Bad. Debido a sus buenas críticas y expectación, despertó en mí la curiosidad de verla, y así lo hice.
De proporciones mastodónticas. Y excesivas, por supuesto, aunque de eso no se puede culpar a ningún miembro del equipo creativo de la extraordinaria serie. Ellos sólo se merecen alabanzas por haber servido con un nivel altísimo (y sostenido) de calidad una historia clásica en rebobinado. Un hombre de buen corazón empieza a hacer las cosas mal para sentirse vivo. Porque haciendo todo lo que debía, lo que dicta la moral y lo socialmente aceptado, ha desarrollado un cáncer. Empieza un viaje hacia la parte oscura de su alma. Un viaje con el que uno puede identificarse.

Una serie de circunstancias trazadas con mano maestra por el creador Vince Gilligan llevan a este profesor de química, Walter White, a reunirse con un antiguo alumno que distribuye droga para su camello. A cambio de su silencio, Walter cocinará cristal para el susodicho camello y así podrá ahorrar para dejar un buen dinero a su familia cuando muera, presumiblemente pronto.

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